La psoriasis es una enfermedad inflamatoria cutánea crónica que afecta entre el 1 al 3% de la población. Quienes la padecen tienen una prevalencia estimada de enfermedad cardíaca del 14,3% en comparación con el riesgo de la población general que es del 11,3%, lo que podría explicarse por la mayor incidencia de síndrome metabólico y otros factores de riesgo cardiovasculares clásicos como la diabetes y la hipertensión arterial, en pacientes con psoriasis. Sin embargo, se ha observado que el diagnóstico de psoriasis es un factor independiente directamente relacionado con el desarrollo de enfermedad coronaria, infarto agudo al miocardio y accidente cerebrovascular.
Se ha podido comprobar también que, la severidad de la enfermedad tiene un papel determinante. Las personas que padecen de psoriasis moderada y/o grave tienen mayor probabilidad de desarrollar cardiopatía isquémica que los pacientes con un cuadro clínico leve, aunque éstos últimos continúan estando en el grupo de riesgo.
El mecanismo implicado en esta relación directa se basa en la inflamación crónica característica de la psoriasis, así como también en las anomalías en la hemostasia y mecanismos trombóticos. La presencia de disfunción endotelial y de un grosor aumentado de la íntima media de la arteria carótida común es un hallazgo que comparten la psoriasis y otras enfermedades reumáticas, lo cual aumenta el riesgo de que material graso circulante se deposite en la pared de los vasos sanguíneos y finalmente obstruya el flujo generando un infarto. Por otro lado, las concentraciones del factor de crecimiento endotelial vascular (VEGF) que es conocido como el factor de permeabilidad vascular, se encuentran elevadas en las placas, la piel sana y el suero de pacientes con psoriasis y se asocia a una mayor gravedad clínica. Es decir que, el riesgo de morbimortalidad por enfermedad cardiovascu lar dependerá de la gravedad clínica de la psoriasis y de los factores de riesgo clásicos que son comúnmente encontrados en la historia clínica de estos pacientes, como son la hipertensión arterial, la diabetes, la dislipidemia y la cardiopatía coronaria.
Una investigación realizada en el Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico estudió la relación entre psoriasis y enfermedades cardiovasculares en pacientes puertorriqueños. En su primera fase, se analizaron los expedientes de 46 personas diagnosticadas con psoriasis a quienes se les realizaron cateterismos cardíacos. Se observó que las comorbilidades presentes en esta población eran: hipertensión arterial (93%), hiperlipidemia (73,9%), síndrome metabólico (63%) y diabetes mellitus (50%).
Se obtuvo evidencia clínica de enfermedad coronaria en 27 pacientes. De estos, el 74% tenía una enfermedad coronaria obstructiva, de los cuales 26% recibieron tratamiento médico y el 74% restante (que padecían de psoriasis grave) tuvieron que ser intervenidos invasivamente con cirugía de puente aortocoronario o con angioplastia según se requiriera.
En conclusión, los investigadores consideran que la clave de la relación entre psoriasis y enfermedad cardíaca es la activación de la cascada inflamatoria que acelera el desarrollo de arteriosclerosis y por ende, de enfermedad cardíacas. Adicionalmente, estos factores deben ser tenidos en cuenta a la hora de intervenir pacientes con psoriasis. Un adecuado control de los síntomas cutáneos que disminuya el efecto inflamatorio, así como un tratamiento farmacológico adecuado de otras enfermedades concomitantes como pueden ser la diabetes y la hiperlipidemia, son aspectos esenciales que conducen a una disminución del riesgo cardiovascular en estos pacientes.
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