Por: Luis A. Rosado Carrillo MD, FACC, FISC, Cardiólogo, Expresidente de la Sociedad Puertorriqueña de Cardiología
La quimioterapia es una de las formas más utilizadas para tratar el cáncer y algunas condiciones asociadas. Sin embargo, los fármacos utilizados en este procedimiento pueden afectar el funcionamiento del corazón a este daño provocado por la quimioterapia se le llama toxicidad cardiaca.
Por décadas la quimioterapia ha sido el tratamiento más utilizado para el tratar un sin número de condiciones relacionadas con el cáncer. Es importante entender que el beneficio del uso de estos fármacos en la inmensa mayoría de los casos va por encima de los riesgos de toxicidad que estos tratamientos pueden causar en el organismo. En este artículo vamos a hablar específicamente del daño que estos medicamentos pueden causar al corazón y como prevenirlos.
El daño que ocurre al corazón por quimioterapia se le conoce como toxicidad cardiaca. Primero, cabe destacar que, no todas las quimioterapias son tóxicas al corazón. Sin embargo, el fármaco más común relacionado a toxicidad cardiaca es la doxorrubicina. La doxorrubicina es un tipo de fármaco de quimioterapia llamado antraciclina. Las antraciclinas se pueden utilizar para tratar leucemia, linfoma, mieloma múltiple y muy frecuentemente en el tratamiento del cáncer de mama. En los pacientes donde ocurre daño por el uso de estos fármacos lo más frecuente es el desarrollo de fallo cardiaco, lo que significa que el fármaco promueve debilidad al músculo cardíaco, Como consecuencia, esto hace al corazón incapaz de bombear la cantidad suficiente de sangre con oxígeno para suministrarle al cuerpo. Estos pacientes presentan principalmente fatiga al mínimo esfuerzo, debilidad, retención de líquidos, molestia o dolor en el pecho, palpitaciones, arritmias cardiacas, alta presión y en algunos casos infarto cardiaco. El paciente también puede presentar desórdenes de la coagulación.
Los problemas cardíacos se pueden prevenir modificando la dosis del fármaco administrado, el método de administración y el tipo de antraciclina. Los predictores de cardiotoxicidad incluyen también los factores de riesgo cardiovasculares previos al tratamiento y la edad del paciente. Es extremadamente importante que antes de ser sometido a estos tratamientos se sepa que tan bien o mal se encuentra su corazón en términos de su función. Por tal razón es que frecuentemente su oncólogo lo envía a realizarse una evaluación con el cardiólogo para conocer su riesgo antes de comenzar el tratamiento y ofrecerle (en los casos meritorios) terapias que pueden reducir su riesgo de desarrollo de complicaciones, principalmente de fallo cardiaco. Estas terapias pueden incluir, pero no limitarse, a inhibidores de la ECA, betabloqueadores y diuréticos. Es también muy común el que el cardiólogo continúe el monitoreo cardíaco durante el tratamiento oncológico, dependiendo del tipo de quimioterapia que reciba el paciente. El monitoreo también puede continuar después del tratamiento.
Recuerde que estas terapias oncológicas en la inmensa mayoría de los casos prolongan y/o salvan vidas. La toxicidad cardiaca es algo que prevenible y muy fácil de cuantificar si se da el seguimiento apropiado. Siga las recomendaciones de su oncólogo y su cardiólogo para reducir significativamente estos riesgos.
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