José R. Rodríguez Vega, MD
Cirujano Cardiovascular
La válvula aórtica es la válvula del corazón que se enferma con más frecuencia. Su función es permitir la salida (abrir) de sangre del corazón durante la contracción del corazón (sístole) y no permitir que la sangre retroceda (cerrar) hacia el corazón durante su relajación (diástole). Cualquier anomalía de estas funciones ya sea que no abra (estenosis) o que no cierre (insuficiencia), pudiera llegar a requerir el reemplazo de esta válvula.
En resumen, cualquiera de estas dos disfunciones, resulta en una disminución en el volumen de sangre que bombea el corazón por minuto. Mientras la enfermedad progresa sigue disminuyendo este volumen y produce una insuficiencia cardíaca ya que no llega el oxígeno que el cuerpo necesita y los órganos que necesitan ese oxígeno empiezan a fallar. De no atenderse adecuadamente, el proceso progresará hasta culminar en la muerte.
Los síntomas a principio de la enfermedad pueden pasar por desapercibidos y solo se sienten durante ejercicio extremo. Luego, según avanza la enfermedad, se puede comenzar a sentir falta de aire al mínimo esfuerzo. Los síntomas más comunes que se pueden presentar son:
La detección de esta enfermedad se puede realizar con un examen físico y con el estetoscopio. En la auscultación se escuchará un soplo. Cada defecto en las válvulas tiene un soplo particular. Una vez se saben los síntomas y se oye el soplo, se hace un ecocardiograma que usualmente es diagnóstico. Si el paciente cumple con los criterios para operarse, entonces se hace un cateterismo cardíaco para evaluar cómo está la circulación del corazón y saber su función.
El tratamiento de esta enfermedad en su etapa temprana consiste en medicamentos que alivian los síntomas. Estos medicamentos no previenen que la enfermedad progrese y eventualmente es probable que el paciente requiera un reemplazo de la válvula aórtica.
El reemplazo de la válvula aórtica es curativo de los síntomas ya que la válvula nueva abre y cierra bien. Esto requiere un procedimiento quirúrgico de bajo riesgo, de alrededor de 1-3% de mortalidad. La estadía promedio en el hospital es de 5-7 días y la recuperación completa es entre 6 semanas a 3 meses.
Existen dos tipos de válvulas, la mecánica y la bioprostética o de tejido. Hay que tener mucho cuidado con cuál válvula escoger. El paciente debe conocer cuál es la más recomendada en su caso particular, ventajas y desventajas.
La válvula mecánica de carbón pirolítico puede durar más de 100 años. Su desventaja es que hay que tomar algún tipo de anticoagulación una vez utilizada. Cabe señalar que estudios recientes y cambios en el diseño de la válvula mecánica han logrado que se apruebe por la FDA (Administración de Drogas y Alientos por sus siglas en inglés) el uso de coumadin (anticoagulante) en dosis bajas, lo que logra un riesgo menor de 1% por año en complicaciones.
La válvula de tejido se deteriora con el tiempo y su vida útil es de 10-15 años. Su posible ventaja era que no requería anticoagulación. No obstante, artículos tan recientes del 2016 cuestionaron esta ventaja, ya que 11% de las válvulas que requirieron una segunda cirugía de reemplazo, se dañaron por coágulos y no por degeneración.
Es recomendable, que se si la expectativa de vida del paciente supera los 10 años luego de la cirugía, debe escoger una válvula que dure más.
Por otra parte, un nuevo procedimiento en el cual la válvula aórtica se inserta por la ingle sin cirugía (TAVI), es ciertamente atractivo. Pero es importante destacar que al momento solo está aprobado en casos en que dos cirujanos independientes determinen que el riesgo quirúrgico es muy alto para el paciente. Esta válvula es de tejido y su durabilidad es menor de 8 años.
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