Durante años han existido diversos mitos acerca de la efectividad del cigarrillo electrónico, ya sea para abandonar el hábito de fumar o para evitar el desencadenamiento de algún evento cardiovascular.
El principal argumento que se tiene frente al papel que el cigarrillo electrónico juega, es que no hay evidencia científica que avale la efectividad del mismo. Es por eso que muchos eruditos afirman que esta táctica no es tan viable como el mercado actual lo intenta vender. Según la Fundación Española del Corazón, el cigarrillo electrónico no es vapor de agua, ni debe considerarse inocuo.
Además, diversos especialistas tienen una posición clara frente al uso del cigarrillo electrónico, y es que no lo recomiendan debido a que contiene nicotina -sustancia que causa adicción y dependencia al tabaco- además que aumenta significativamente el riesgo cardiovascular.
La nicotina también posee metales pesados y sustancias como el formaldehído y el acetaldehído, biomarcadores para el cáncer. Según la Fundación Española del Corazón “Otro de los argumentos es que aún no se cuenta con experiencia a largo plazo acerca de los riesgos asociados a su consumo, ni tampoco hay evidencia sólida e independiente sobre su eficacia para dejar de fumar”.
La presidenta del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT) dijo en la FEC que-: “Siempre hemos defendido que para reducir la morbimortalidad relacionada con el consumo de tabaco, la prioridad es el cese total”, señalaba Dalmau recordando que “la mayoría de las personas fumadoras que logran el cese lo hacen sin ayuda profesional ni farmacológica, y para aquellas que no lo consiguen o recaen, el sistema sanitario debe ofrecer una red consolidada y efectiva de atención al fumador, algo que también venimos reclamando desde hace tiempo”.
Frente a lo anteriormente mencionado, una de las principales preocupaciones que se tienen con relación al tema, es el consumo de estas sustancias en los jóvenes. La presidenta del CNPT dio una charla en la que expuso algunas cifras preocupantes. “Un 20,1% de los estudiantes ha usado cigarrillos electrónicos alguna vez, lo que supone un 3% más que en 2014. De ellos, un 78,8% ha fumado alguna vez tabaco. Sin embargo, la percepción del riesgo del uso de los cigarrillos electrónicos entre el alumnado es muy baja, según el mismo estudio, lo que está haciendo crecer su consumo”.
Como conclusión, las entidades antes mencionadas elevan un llamado a la comunidad para que conozca el riesgo del cigarrillo electrónico. Además, se evidencia cómo este dispositivo podría llamar la atención de los jóvenes, logrando que el hábito de fumar se desarrolle en ellos y por ende, el consumo y prevalencia de fumar sea mayor.
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