Recientemente, un grupo de investigadores pertenecientes al Hospital General de Massachusetts identificó un punto importante para el control en el metabolismo dietético. Se trata de un conjunto celular en el intestino delgado que logra la desaceleración del metabolismo. Esto logra que se aumente la cantidad de alimentos consumidos, los cuales son almacenados como grasa en lugar de convertirse en energía.
Según el texto publicado en la revista Nature, se detectó que los ratones que carecen de estas células pueden consumir dietas altas en grasas y azúcar sin riesgo de obesidad, diabetes, hipertensión y enfermedades cardiovasculares.
“Después de comer, el cuerpo puede convertir energía en calor y quemarla rápidamente o puede convertir la comida en grasa y almacenarla para su uso posterior”, comentó Filip Swirski, autor principal del artículo e investigador del Centro de Biología de Sistemas de MGH.
Es frecuente el hecho de algunas personas que pareciesen comer cualquier cosa sin aumentar de peso y otros que batallan contra la obesidad. Lo cierto es que, estas células, parecieran tener un papel importante en esta elección metabólica.
Este estudio se enfocó en una proteína llamada integrina beta7, la cual dirige las células inmunitarias al intestino. El grupo de investigación determinó que los roedores que carecían del gen para esta proteína y que se alimentaban con una dieta normal ganaban el mismo peso que los animales beta7 negativos que ingerían más comida.
Es decir, estos ratones que no poseían la proteína beta7 convirtieron más alimentos en energía, lo que evidencia un metabolismo basal mayor. Además de ello, eran más tolerantes a la glucosa, adquirieron niveles más bajos de triglicéridos y mayor tolerancia a la grasa.
Cuando los ratones beta7 negativos consumieron una dieta alta en grasa, azúcar y sodio, se mantuvieron sus resultados típicos de una dieta alta en grasas o hipertensión, mientras que los otros se volvieron obesos, con presión arterial alta y reducida tolerancia a la glucosa.
“En momentos en que la disponibilidad de
alimentos es incierta, sería ventajoso tener un sistema que convierta parte de
la energía ingerida con alimentos en grasa. Pero en épocas de sobrealimentación,
este sistema puede ser contraproducente y conducir a la enfermedad
cardiovascular, que es tan frecuente hoy en día”, afirma el investigador.
El reto actual es determinar si las personas con un metabolismo más alto tienen menos de estas células y si la función de estas células puede modificarse como elemento beneficioso en el tratamiento de la obesidad, la diabetes, la hipertensión y la aterosclerosis
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