Estimular las células madre en los pacientes con sospechas de tener anomalías neurológicas, sería una prometedora opción terapéutica para el tratamiento de los accidentes cerebrovasculares. La anterior premisa fue el resultado de una investigación realizada por la Escuela de Medicina de la Universidad de Emory en Atlanta, Estados Unidos.
En primera instancia, el estudio fue realizado en roedores, pero si los resultados son efectivos, este método podría beneficiar significativamente la vida de los pacientes con dichas anomalías.
El método consiste en trasplantar células progenitoras neurales que restaurarían las funciones perdidas. Estas, se integrarían en un cerebro maduro pero que está muy dañado, sin embargo, para ello las células necesitarían ayuda.
En esencia, lo que los investigadores desarrollaron la optoquimogenética, que modifica una herramienta de neurociencia ampliamente utilizada. En un modelo de ratón con accidente cerebrovascular, las células progenitoras neurales recibieron estimulación con luz, lo que promovió la recuperación funcional en los ratones.
Uno de los objetivos de esta investigación era persuadir a las células progenitoras neuronales para que se multiplicaran y así diferenciarse de las neuronas maduras, logrando que sobrevivieran en el cerebro después de que se presentaba un derrame cerebral.
Para ello, el grupo investigativo estaba trabajando con un modelo de ratón, en el que las regiones sensoriales y motoras de un lado del cerebro están dañadas.
“No es suficiente colocar las células en el cerebro dañado y luego no cuidarlas. Si esperamos que las células progenitoras se diferencien y se conviertan en neuronas funcionales, tienen que recibir una estimulación que imita el tipo de actividad que verán en el cerebro. También necesitan factores de crecimiento y un entorno de apoyo”, explica Shan Ping Yu, investigador principal a la revista ‘JNeurosci’.
Las células madre promovían una serie de efectos positivos en las células progenitoras: más supervivencia y axones intactos, más conexiones dentro del cerebro y mejores respuestas a la estimulación eléctrica.
En ratones jóvenes, el CTZ y células progenitoras juntas podrían restaurar el uso de la extremidad afectada por el accidente cerebrovascular a niveles normales, e incluso en ratones más viejos, produjeron una recuperación parcial de la función.
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