La fibrilación atrial es una de las arritmias cardíacas más importantes a tratarse para evitar complicaciones tan serias como un derrame cerebral. Es primordial que los pacientes con antecedentes de enfermedades cardiovasculares, hagan un control seguido y prolongado acerca de estas condiciones.
El diagnóstico de la fibrilación se hace a partir desde un buen historial médico, evaluaciones o exámenes físicos y un electrocardiograma. Además, existen otros estudios para determinar otras causas de la fibrilación atrial:
Electrocardiograma: Es considerado como el principal examen para diagnosticar la fibrilación atrial, esta prueba consiste en registrar la actividad eléctrica del corazón. En este diagnóstico se puede evidenciar la velocidad de la frecuencia cardíaca (constante o irregular).
Monitor Holter: También conocido ECG ambulatorio, es un dispositivo que registra las señales eléctricas. Los pacientes utilizan parches pequeños conocidos como electrodos en el pecho.
Ecocardiograma transesofágico: Este examen toma imágenes del corazón a través del esófago, debido a que las aurículas son profundas en el pecho y en algunas ocasiones no son visibles por medio de un ecocardiograma, este diagnóstico se puede verificar mucho mejor por medio del ecocardiograma transesofágico. Además, esta prueba se utiliza para detectar coágulos que llegan a desarrollar en las aurículas debido a la fibrilación atrial.
Pruebas de sangre: Este examen les permite descartar problemas de tiroides y el equilibrio de electrolitos corporales. Los electrolitos son minerales que se encuentran en la sangre; por otra parte, los fluidos corporales son de suma importancia para la salud y el funcionamiento normal de las células del cuerpo y de los diferentes órganos.
Es muy importante que los pacientes que padecen de fibrilación atrial tengan un control médico, asegurándose de tener sus condiciones estables, ya que, si no es así, existe la posibilidad de contraer complicaciones como accidentes cardiovasculares.
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