Por: Redacción Salud y Cardiología
La coagulación en la sangre previene el sangrado excesivo tras una herida o un daño que haya sufrido una persona. En ocasiones la formación de coágulos puede ser perjudicial para la salud cardiovascular, ya que se puede producir un infarto de miocardio, infarto cerebral e incluso puede contribuir en la formación de coágulos en las venas o las aurículas del corazón.
Cuando se presentan este tipo de problemas de coagulación en la sangre, es necesaria la prescripción médica de fármacos que impidan o diluyan los coágulos. Este tipo de medicamentos se utilizan regularmente en pacientes con valvulopatías o síndrome coronario agudo, siempre bajo estricta vigilancia por parte del especialista.
Otro de los casos en los que se utilizan los anticoagulantes son la fibrilación articular (ritmo cardíaco anormal), riesgo de coágulos de sangre después de una cirugía cardíaca, reemplazo de la válvula cardíaca o defectos cardíacos congénitos.
Existen dos tipos principales de anticoagulantes:
Cuando a un paciente se le receta medicamentos anticoagulantes es importante que se sigan las instrucciones del especialista. Además, es posible que se requiera realizar exámenes de sangre que permitan verificar que la dosis de medicamentos sea adecuada, es decir, que los medicamentos sean suficientes como para prevenir los coágulos y no se ocasionen sangrados.
Las enfermedades cardiovasculares que incluyen las enfermedades coronarias, hipertensión y enfermedades cerebrovasculares (derrames cerebrales), son la causa de muerte más frecuente en todos los países desarrollados, incluyendo a Puerto Rico. En las últimas décadas y gracias a los avances en la detección temprana, el desarrollo de medicamentos y técnicas invasivas y quirúrgicas para tratar estas condiciones, hemos visto una disminución significativa en las estadísticas. Sabemos que existen condiciones llamadas factores de riesgo, que exponen al paciente en mayor riesgo cardiovascular. Entre los más importantes se incluye la alta presión, el colesterol elevado, la diabetes, la obesidad y el hábito de fumar. En Puerto Rico, desafortunadamente la incidencia de estas condiciones es extremadamente alta, de acuerdo a las estadísticas del CDC para el 2015.
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