El estudio adelantado es parte de una de las exploraciones CMR más largas realizadas desde el momento de la enfermedad que documenta la participación del covid-19.
Los efectos generados por el COVID-19 en el cuerpo se han evidenciado principalmente en el sistema cardiovascular. Sin embargo, se busca evaluar y tener claridad sobre las manifestaciones cardíacas que genera a largo plazo.
El coronavirus se ha caracterizado por presentar una variedad de síntomas leves tales como tos, dolor de cabeza, fiebre, anosmia y algunos más graves como la progresión rápida de neumonía, hipoxemia y síndrome de dificultad respiratoria aguda y / o muerte.
Sin embargo, se busca demostrar que alguna evidencia emergente sugiere un impacto significativo en el sistema cardiovascular, en donde los mecanismos propuestos incluyen daño miocárdico directo mediado por virus o inflamación, disfunción endotelial o inestabilidad de la placa, trombosis arterial o venosa y lesión indirecta de las células hipóxicas. Sin embargo, aún es un tema médico que requiere más seguimiento para tener claros los efectos.
Se registra el caso de un paciente caucásico de 46 años de edad, con antecedentes médicos de hiperlipidemia leve y con un estilo de vida sano, que para junio de 2020 es contagiado por COVID-19 de forma leve, y que meses después desarrolló disnea de esfuerzo y taquicardia ventricular no sostenida. Esto después de la resolución de su enfermedad y después de retornar a las rutinas de ejercicio aeróbico.
“No requirió oxígeno de apoyo ni hospitalización y debido a su enfermedad autolimitada, no se adquirieron datos de laboratorio como biomarcadores cardíacos. No justificó ni fue tratado con farmacoterapias o antibióticos. Su electrocardiograma (ECG) basal se informó como normal, incluido el intervalo QT. Volvió a la actividad normal después de la resolución de su enfermedad ese mes, incluido el ejercicio aeróbico vigoroso durante los siguientes 2 a 3 meses y se sintió muy cerca de su estado funcional inicial normal”, indica el estudio.
El paciente tuvo pruebas de detección normales que incluyen electrocardiograma (ECG) y tres meses después empezó a sentir palpitaciones frecuentes y disnea de esfuerzo ecocardiograma cuatro meses después de su enfermedad. Se practicó una resonancia magnética cardíaca y se demostró fibrosis epicárdica y pericárdica de la pared libre del ventrículo derecho y el tracto de salida y el pericardio sobre la pared anterior, seis meses después de la infección inicial.
“Se obtuvieron imágenes mejoradas aproximadamente 10 minutos después de la administración de 0,1 mmol / kg de peso corporal con gadolinio Los hallazgos mostraron una función sistólica ventricular izquierda y derecha normal con hipertrofia ventricular izquierda leve, con LGE prominente que involucra fibrosis epicárdica y pericárdica de la pared anterior basal”, detalla el estudio.
Pese a ello, para septiembre del mismo año, tras siete meses de la positividad por coronavirus se registró el primer ECG que evidenció anomalías leves.
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100 pacientes que tenían COVID-19 se sometieron a RMC que reveló compromiso cardíaco en el 78% de los pacientes con un tiempo de seguimiento promedio de 71 días. Más de la mitad de estos pacientes presentaba una inflamación del miocardio en curso, que era independiente de las condiciones preexistentes y de la gravedad de la enfermedad.
En otro estudio, 26 atletas de competición que fueron diagnosticados con la infección por COVID-19, todos los cuales estaban asintomáticos o presentaban síntomas leves tales como dolor de garganta, dificultad para respirar, mialgias, fiebre se sometieron a RMC.
Solo en cuatro de ellos (15%) se mostraron hallazgos de RMC sugestivos de miocarditis. El derrame pericárdico sólo estuvo presente en 2 pacientes. De igual manera, demostraron que el 58% de los pacientes tenían hallazgos de RMC anormales, el 54% con edema de miocardio y RTG en el 31% de los pacientes en un estudio con una edad promedio del paciente de 38 años y un tiempo de seguimiento desde la enfermedad hasta la exploración de 47 días.
El estudio adelantado es parte de una de las exploraciones CMR más largas realizadas desde el momento de la enfermedad que documenta la participación del covid-19 hasta la fecha y sugiere la posibilidad de una enfermedad cardíaca a largo plazo y refleja los desafíos en los estudios tradicionales con el fin de evidenciar con exactitud la afección cardíaca en pacientes que tuvieron COVID-19.
Asimismo, se sugiere al personal médico hacer un seguimiento estricto especialmente a pacientes que regresan al ejercicio intenso después de la recuperación de COVID-19, para comprender mejor las manifestaciones cardíacas a futuro.
Fuente: Medscape
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