La cena en las noches a pocos minutos de ir a la cama puede aumentar el riesgo de padecer diabetes y obesidad.
Debes saber que el cuerpo no responde igual, ni asimila los alimentos de la misma forma si los consumes en el día o en la noche. En algunos casos el funcionamiento del organismo es más beneficioso para la salud y esto depende de la hora en la que los consumamos.
El hecho de que algunos decidan reducir las porciones en la última comida del día para perder algunos kilos, también es bueno para la salud en general y más aún si se deja de hacerlo justo antes de la hora de la siesta.
Dependiendo de las horas en las que nuestro organismo produzca enzimas y hormonas y en la forma que reaccione a un alimento de acuerdo a la hora del día en que este se consumido, puede favorecer o no el estado de salud, por ejemplo, se ha demostrado que los infartos se presentan con mayor regularidad en las mañanas.
Al método de conocer y respetar el ritmo natural del organismo e ingerir los alimentos cuando el cuerpo se encuentre más preparado para asimilarlos, se la conoce como crononutrición.
No solo es importante entonces tener en cuenta que comemos, sino también a qué hora lo hacemos pues esto puede significar la intolerancia a carbohidratos, alteraciones en los ritmos del cortiso y alteraciones de los ritmos circadianos de temperatura, que son un marcador de salud circadiana.
La explicación se dio al analizar el tejido adiposo, encargado de activar y desactivar los genes que afectan a la ganancia o pérdida de peso. La alimentación es uno de los sincronizadores más importantes de este “reloj”.
Durante las comidas, los órganos implicados en la digestión, como el tejido adiposo, el páncreas, el hígado, el intestino y el estómago se activan, entonces, cuando se come a deshoras, se genera un desfase con el reloj central, situado en el hipotálamo provocando la llamada cronodisrupción y con esta a su vez se pueden presentar enfermedades degenerativas como depresión, cáncer, obesidad o diabetes.
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