Por: Marcela Boyacá Mesa
Más de 107 millones de adultos en Estados Unidos son obesos, la promesa de encontrar la cura para el coronavirus se ve obstaculizada por la epidemia de obesidad. Ante este escenario se teme que la vacuna proporcione inmunidad débil
Según los Centros federales para el Control y la Prevención de Enfermedades las personas obesas con un índice de masa corporal de 40 o más, que equivale a un sobrepeso de aproximadamente 100 libras, están entre los grupos con mayor riesgo de enfermar gravemente con el nuevo coronavirus. En Estados Unidos cerca del 9% de los adultos se encuentran dentro de esa categoría.
El doctor Raz Shaikh, profesor asociado de nutrición en la Universidad de Carolina del Norte-Chapel Hill respondió con contundente “de ninguna manera” a la pregunta si ¿Tendremos una vacuna COVID-19 el próximo año adaptada a los obesos?. Esta situación tiene como antecedentes ante la comunidad científica el hecho de tener la evidencia de que las vacunas para la gripe, la hepatitis B, el tétano y la rabia pueden ser menos efectivas en adultos con obesidad y sobrepeso que en la población general, dejándolos más vulnerables a las infecciones y enfermedades.
Los científicos dedicados al estudio del inmunometabolismo descubrieron recientemente que la obesidad interfiere con la respuesta inmune del cuerpo, dejando a las personas con obesidad en mayor riesgo de infección por patógenos como la influenza y el nuevo coronavirus.
Cuando el sistema inmunitario es saludable y funcional activa y desactiva la inflamación según sea necesario llamando a los glóbulos blancos y enviando proteínas para combatir las infecciones. Los análisis de sangre muestran que las personas obesas y las personas con factores de riesgo metabólico relacionados, como la presión arterial alta y los niveles elevados de azúcar en la sangre, experimentan un estado de inflamación leve crónica; la inflamación se enciende y permanece encendida.
El tejido adiposo (o grasa) en el abdomen, el hígado y otros órganos no es inerte; contiene células especializadas que envían moléculas, como la hormona leptina, que según los científicos posiblemente inducen este estado crónico de inflamación. Aún se siguen investigando los mecanismos biológicos exactos, la inflamación crónica parece interferir con la respuesta inmune a las vacunas, posiblemente sometiendo a las personas obesas a enfermedades prevenibles incluso después de la vacunación.
El Grupo de Investigación de Vacunas de la Clínica Mayo en un estudio de 2015 publicado en la revista Vaccine afirmó que “la obesidad es un problema global grave, y las respuestas inmunes subóptimas inducidas por la vacuna observadas en la población obesa no pueden ignorarse”.
En un artículo publicado en el International Journal of Obesity, en 2017 los científicos de la Universidad de Carolina del Norte – Chapel Hill los investigadores concluyeron que los adultos obesos vacunados tenían el doble de probabilidades de desarrollar gripe o enfermedades similares a la gripe en comparación con los adultos de un peso saludable.
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