La embolia ocurre cuando un coágulo ya sea de sangre o de grasa, se forma en algún vaso sanguíneo del cuerpo, generando la interrupción parcial o total del flujo de sangre en el cuerpo humano. Uno de los riesgos que puede desencadenar esta condición, es que se limitan los niveles necesarios de oxígeno que se transportan desde el torrente sanguíneo para que el ser humano pueda vivir.
Una embolia puede generar dificultades en el funcionamiento de órganos como el cerebro, los pulmones y el corazón. En ese sentido, existen tres tipos de embolia: embolia cerebral, pulmonar y arterial.
Como se mencionó, la principal causa de una embolia está relacionada a la presencia de algún cuerpo extraño en el torrente sanguíneo. Otras de las causas más comunes son:
Los factores de riesgo a los que está asociado el padecimiento de una embolia son:
Los síntomas de una embolia pueden variar dependiendo el tipo de órgano que se vea involucrado. Los síntomas más comunes son:
El tratamiento de esta anomalía está relacionado a diversos factores, entre ellos: el tamaño del cuerpo que causa la obstrucción y la localización concreta en la que se encuentra el daño. Cuando la embolia es leve, se pueden administrar fármacos anticoagulantes como la heparina para disolver el coágulo.
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