En vista de que los hábitos de vida en esta temporada son muy susceptibles a cambios y pueden verse afectados con facilidad, es indispensable que no descuidemos nuestro corazón.
Padecer una enfermedad cardiovascular no es un impedimento para disfrutar de las vacaciones. Sin embargo, es adecuado que se tomen varias medidas para cuidar el corazón y evitar cualquier riesgo o complicación.
“Si la condición cardíaca del paciente es estable, está bien controlada y se encuentra bien, no hay problema en hacer un viaje en estas fechas”, explica el doctor José Luis Palma, vicepresidente de la Fundación Española del Corazón (FEC) a EFE.
No obstante, si la enfermedad se ha diagnosticado recientemente o si le han cambiado la medicación últimamente, es mejor posponer los viajes internacionales hasta que la condición del paciente sea estable.
La Fundación Española del Corazón estableció estas seis recomendaciones:
El 70% de la masa corporal es agua y ante las oleadas de calor se pierden grandes cantidades de líquido, ese porcentaje disminuye al punto que algunos órganos no pueden funcionar adecuadamente.
Son especialmente vulnerables a sufrir deshidratación personas ancianas, deportistas, embarazadas, niños, trabajadores al aire libre y enfermos crónicos, como los pacientes cardiovasculares.
“Si llegamos a deshidratarnos se puede llegar a deteriorar nuestra función renal, llevando incluso a la aparición de arritmias”, asegura José Luis Palma, vicepresidente de la Fundación Española del Corazón (FEC).
Beber entre dos y tres litros de agua al día, incluso aunque no tengamos sed, nos asegura que todos nuestros órganos, incluido el corazón, funcionarán correctamente.
La Fundación Española del Corazón resalta la importancia de mantener una alimentación variada y equilibrada, igual a la que llevamos durante todo el año, si queremos que nuestra salud cardiovascular no se vea afectada.
“Las personas con diabetes deben tener especial cuidado en este sentido, del mismo modo, hay que moderar el consumo de alcohol, pues la ingesta excesiva y brusca de bebidas alcohólicas puede provocar trastornos en el ritmo cardíaco”, remarca Palma.
La actividad física es una de las mejores herramientas que tenemos para mantener el corazón en forma. Más aún cuando disponemos de más tiempo libre para dedicarlo a la práctica deportiva o al ejercicio que más nos guste.
“Los deportes acuáticos son una buena y refrescante opción en verano, pero si preferimos cualquier otro, debemos evitar exponernos a las horas de más calor. Lo mejor es aprovechar las primeras horas del día o las últimas, cuando las temperaturas son más bajas”, aconseja el cardiólogo.
Es posible viajar en cualquier medio de transporte, sin embargo, debemos tener presente que los trayectos largos en avión aumentan el riesgo de sufrir el síndrome de la clase turista, que se caracteriza “por una trombosis venosa profunda en las venas de las piernas y que podría ocasionar un tromboembolismo pulmonar”.
Este síndrome se puede reconocer porque la persona podría permanecer inmóvil en un lugar reducido y con limitaciones de movimiento durante un periodo prolongado de tiempo. Por ello, si viajas en coche, es aconsejable hacer paradas para estirar las piernas; y si viajamos en avión, tren o barco, es recomendable dar algunos paseos.
El verano supone un cambio de costumbres y nuestra actividad puede variar de un día a otro. En ese sentido, es más fácil que tengamos algún despiste con el tratamiento farmacológico que seguimos, en especial si disfrutamos de las vacaciones en un país con diferencia horaria.
Una buena idea, por ejemplo, es poner alarmas en el celular, que nos recuerden que debemos tomar los medicamentos.
La falta de adherencia al tratamiento en las enfermedades cardiovasculares es un importante problema de salud.
“Por supuesto, el paciente debe llevar consigo siempre su informe médico, en el que se detalla qué medicación está tomando”, explica el doctor Palma.
Muchas personas tienen un ritmo frenético en su vida que les impide poder dormir las horas necesarias.
Acostarse más tarde y realizar muchas actividades de forma desordenada puede llevarnos a tener más dificultades para conciliar el sueño y aunque una siesta de media hora es totalmente recomendable, no debemos recuperar en el día las horas de sueño que perdimos durante la noche.
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