Una investigación realizada por investigadores españoles, evidenció que hay agua potable que está contaminada con arsénico y podría incidir en el engrosamiento de la cámara de bombeo principal del corazón y modificar la estructura del órgano cardíaco en adultos jóvenes.
La presencia de estas sustancias en el líquido vitalicio, aumentaría el riesgo de futuros problemas del corazón.
“Las personas que beben agua de pozos privados, que no están regulados, deben tener en cuenta que el arsénico puede aumentar el riesgo de enfermedad cardiovascular”, señala Gernot Pichler, en entrevista con Circulation, autor principal del estudio y médico especialista del Hospital Hietzing / Heart Center Clinic Floridsdorf en Viena (Austria).
Una preocupación bastante latente es que, cada vez existen más personas que están directamente expuestas al arsénico, el cual es un metal tóxico que actúa como aliciente de múltiples trastornos y enfermedades.
Las personas que mayor afectación tienen de este metal son las comunidades tribales de indios de EE.UU y comunidades rurales y suburbanas de ese país. Por lo general, el agua que estas personas consumen tiende a estar muy contaminada por arsénico, lo que exacerba condiciones como hipertensión y diabetes.
Para conocer dichos hallazgos, los investigadores analizaron datos del Estudio de la familia Strong Heart en los que se analizaban los factores de riesgo cardiovascular. La exposición al arsénico se midió en muestras de orina de 1.337 adultos (edad promedio 30,7 años, 61% mujeres) y el tamaño, la forma y la función de sus corazones se evaluaron mediante ecografía (ecocardiografía). Ninguno de los participantes tenía diabetes o enfermedad cardíaca al inicio del estudio, que tuvo una duración de 5 años.
“La asociación más fuerte en sujetos con presión arterial elevada sugiere que los individuos con enfermedad cardíaca preclínica podrían ser más propensos a los efectos tóxicos del arsénico en el corazón”, comenta Pichler.
Esta investigación sugiere estar limitado por una medida de la exposición al arsénico y por la falta de seguimiento a largo plazo de los participantes. Aunque se realizó en poblaciones tribales en el norte, centro y suroeste de los Estados Unidos, es probable que los resultados se puedan generalizar a millones de personas en otras zonas rurales expuestas a niveles bajos o moderados de arsénico en su agua, advierte Pichler.
Esta investigación, además, busca establecer si la reducción a la exposición de arsénico disminuye los cambios de la estructura del corazón y por ende el riesgo cardiovascular.
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