A la mayoría de pacientes que han sufrido un ataque cardíaco, les surgen múltiples incógnitas pos infarto. Por lo general, la duda y el miedo que más los embarga es sobre su vida sexual y de cómo será de ahí en adelante. Lo primero que hay que tener en cuenta, es que se tienen que despojar de cualquier tipo de vergüenza para consultar esas inquietudes.
El mayor temor del paciente que ha sufrido una anomalía cardíaca con respecto a este tema, es el esfuerzo físico que acarrea el coito, preocupándose por el riesgo que podría padecer el corazón. Según la Fundación Española del Corazón, hay hipótesis que demuestran que llevar a cabo relaciones sexuales se asimila al esfuerzo físico que se genera al subir dos pisos de escaleras. Esto quiere decir que:
“La frecuencia cardiaca del coito es inferior a la que se produce durante otras actividades normales de la vida cotidiana, y el esfuerzo físico que precisa se podría calificar de moderado, lo que en principio no traería ninguna complicación”.
Otra de las dudas que invaden a los pacientes que han sufrido esta anomalía, es ¿cuándo podrán volver a practicar sexo?, lo más recomendable es que antes de llevar a cabo esta actividad realicen un entrenamiento físico y psicológico progresivo. Estas tácticas te ayudarán a entender cuál es la respuesta del cuerpo al enfrentarse a actividades físicas que incluyan un mayor esfuerzo.
Uno de los riesgos que esporádicamente pueden aparecer al momento de cualquier esfuerzo físico, incluyendo el coito, es la angina de pecho; esta anomalía puede acarrear ansiedad alta. En caso de que llegue a presentarse, de inmediato debes dar aviso a tu médico. Después del infarto, el hombre podría llegar a presentar problemas de erección y la mujer, problemas de frigidez; ambas situaciones se relacionan con el tipo de tratamiento que se esté recibiendo.
Según la Fundación Española del Corazón:
“En un estudio sobre 5.559 casos de muerte repentina por causas no traumáticas, sólo 34 de ellos eran por motivos cardiológicos y se produjeron durante el coito. Es necesario destacar que, en 27 de esas 34 relaciones, la persona fallecida estaba realizando el acto sexual con una pareja distinta de la habitual. Indudablemente, factores “externos” influyeron de forma significativa en el desenlace (nerviosismo, mayor excitación, sentimientos de culpa, necesidad de quedar bien, etc)”.
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