Si tienes problemas en las noches para conciliar el sueño, luego del almuerzo te sientes cansado y durante el resto del día te cuesta estar activo es probable que necesites una siesta entre tus actividades.
Las investigaciones han demostrado que las siestas tienen grandes beneficios para la salud cardiovascular de los adultos, entre ellos:
De acuerdo con la Fundación Española de Cardiología, las siestas reducen en un 37% el estrés y el riesgo de enfermedades cardiovasculares. La falta de sueño se relaciona con la intolerancia a la insulina y a la grasa, factores pueden resultar en diabetes.
Estudios han demostrado que las personas que han tomado la siesta diariamente durante 45 minutos han logrado disminuir los niveles de presión arterial y ritmo cardíaco a pesar de situaciones de estrés.
Tomar estos periodos de descanso ayuda a que la persona esté alerta. Además, estimula el cerebro permitiéndole estar más concentrado y desarrollar las labores diarias con mayor creatividad. Asimismo, un estudio de la Universidad de Berkeley demostró que la siesta aumenta en un 10% la capacidad de aprendizaje.
Cuando duermes se acumula la serotonina en el cerebro, la cual es una hormona que da la sensación de bienestar a la persona. Esto influye en el buen estado de ánimo y en el aumento de pensamientos positivos.
Recuerda que estados de depresión afectan la salud de tu corazón.
No esperes más para incluir en tu rutina diaria un espacio para la siesta, ya sabes que no solo beneficia la salud cardiovascular sino tu bienestar en general.
Las enfermedades cardiovasculares que incluyen las enfermedades coronarias, hipertensión y enfermedades cerebrovasculares (derrames cerebrales), son la causa de muerte más frecuente en todos los países desarrollados, incluyendo a Puerto Rico. En las últimas décadas y gracias a los avances en la detección temprana, el desarrollo de medicamentos y técnicas invasivas y quirúrgicas para tratar estas condiciones, hemos visto una disminución significativa en las estadísticas. Sabemos que existen condiciones llamadas factores de riesgo, que exponen al paciente en mayor riesgo cardiovascular. Entre los más importantes se incluye la alta presión, el colesterol elevado, la diabetes, la obesidad y el hábito de fumar. En Puerto Rico, desafortunadamente la incidencia de estas condiciones es extremadamente alta, de acuerdo a las estadísticas del CDC para el 2015.
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