Salud Cardiovascular

El cáncer, la trombosis de vena profunda y los anticoagulantes

Los problemas de coagulación sanguínea pueden ocurrirle a cualquier persona. Sin embargo, en pacientes con diagnóstico de cáncer si ese coágulo se desarrolla en venas profundas podría representar una seria complicación si no se trata a tiempo o de la manera adecuada. Los llamados nuevos agentes de anticoagulación orales son una opción de tratamiento que cada vez más ayudan a evitar que estos problemas sean causa de mortalidad en los pacientes con cáncer.

Factores de riesgo y síntomas

La trombosis de vena profunda es ese coágulo que se forma en las venas profundas del cuerpo como los brazos y las piernas. El cáncer es uno de los factores de riesgo de esta condición y representa un peligro para pacientes oncológicos porque los tumores pueden crear sustancias que activan la coagulación directamente o mediante el inicio de una respuesta inflamatoria.

“Se sabe que los pacientes con cáncer tienen factores de riesgo para desarrollar trombosis porque tienen un estado hipercoagulable activo. Muchas veces están encamados y esto aumenta el riesgo. O son pacientes que se les coloca algún (catéter) intravenoso. Mientras más cantidad de cáncer o enfermedad metastásica a otra parte del cuerpo, mayor es el riesgo”, señaló la hematóloga-oncóloga Omayra Reyes.

Otros factores de riesgo para un paciente con cáncer son la edad, inmovilización prolongada, parálisis, cirugía mayor, quimioterapia, traumatismo, obesidad, entre otros.

Según la doctora Reyes, los eventos trombóticos son la segunda causa de muerte después del cáncer per se en pacientes con cáncer. Por eso se hace indispensable que tan pronto haya la mera sospecha de una trombosis de vena profunda se comience inmediatamente un tratamiento.

Algunos signos o síntomas de esta enfermedad son: edema o hinchazón súbita de alguna de las extremidades, dolor en el área de la pantorrilla, que la extremidad se torne caliente y roja, presencia de obstrucción, así como síntomas que podrían indicar una embolia pulmonar (bloqueo súbito de una arteria pulmonar) como dolor de pecho, falta de aire o taquicardia.

Para confirmar el diagnóstico se realizan diversas pruebas como la ecografía dúplex (que evalúa la circulación de la sangre en varias partes del cuerpo), la flebografía con medio contraste (radiografía especial en la cual se inyecta un material de contraste en la vena grande del pie o tobillo) y otros exámenes como la gammagrafía de ventilación y perfusión, donde se podría observar la cantidad de oxígeno y flujo en la sangre en los pulmones. 

“También se puede hacer un CT SCAN de pecho con contraste con angiograma y evaluar las venas pulmonares y ver si hay obstrucción de algún vaso sanguíneo”, agregó la doctora que realiza su práctica en el Centro Oncológico de Cayey.

Tratamientos anticoagulantes

De acuerdo a la doctora Reyes, en la trombosis de vena profunda “se puede disminuir la mortalidad si se estabiliza el trombo durante el tratamiento, ese es el objetivo.  Pero si se convierte en embolia pudiera ser letal para el paciente”.

Aquí es que entran en función los medicamentos anticoagulantes, cuyo propósito es disminuir la capacidad de coagulación de la sangre para impedir su crecimiento y reducir el riesgo de que se formen nuevos coágulos.

“Estos nuevos agentes anticoagulación lo que hacen es inhibir el factor 10 activado o la trombina (enzimas que participan o se crean durante el proceso de coagulación sanguínea)”, explicó.

Algunas opciones de tratamiento son la heparina de bajo peso molecular, disminución de factores dependientes de la vitamina K, inhibidores de factor 10 activado y trombina. Pero son la heparina por vía inyectable y la warfarina por vía oral los anticoagulantes más comunes.

 “Diversos estudios recomiendan que los pacientes con trombosis y cáncer deben ser tratados con heparina de bajo peso molecular en vez de warfarina porque disminuyen el riesgo de recurrencia de trombosis. Siempre se debe seleccionar la heparina, pero si el paciente tiene alguna contraindicación como fallo renal menor de 30 es preferible utilizar agentes orales, así sea en etapa inicial”, indicó la hematóloga-oncóloga.

 “Si no hay contraindicación inmediata, tan pronto se sospeche de trombosis debe  iniciar la anticoagulación. Si se confirma el diagnóstico el tratamiento puede durar de tres a seis meses luego de la fase inicial”, añadió Reyes.

Como todo tratamiento, el paciente podría experimentar efectos secundarios como un riesgo de sangrado excesivo. En pacientes con cáncer en quimioterapia, la baja en plaquetas como efecto secundario puede representar una contraindicación para anticoagulación. Se puede descontinuar el tratamiento a medida que el riesgo de sangrado aumente en el paciente.

Recomendaciones

Llevar una vida lo más activa posible, sea paciente de cáncer o no, ayudará a reducir la formación de coágulos sanguíneos o a desarrollar trombosis de vena profunda. Se recomienda que si la persona está sentado durante un periodo largo, ejercite los músculos de la parte baja de las piernas. Si le someten a una cirugía, la ambulación temprana, según sea indicado, puede reducir el riesgo de complicaciones trombóticas.

En cuanto a los pacientes con cáncer, la doctora reyes recalcó que “los médicos estamos abogando para que los pacientes de cáncer tengan una actividad física parecida a antes de comenzar el tratamiento. Que esté lo menos encamado posible. Si el paciente va a algún procedimiento le orientamos de signos o síntomas que pudieran presentarse. A mayor actividad física menor será el riesgo”.