Por: Dr. Ramón L. Ortega Colón, RhMSUS
Las artritis inflamatorias como la artritis reumatoidea y la artritis psoriásica aumentan en los pacientes el riesgo de padecer angina, infartos y fallo cardíaco.A pesar de que los factores de riesgo de enfermedad cardiovascular como el colesterol, triglicéridos, diabetes, hipertensión arterial no estén presentes.
Lo anterior se debe a que estas enfermedades son inflamatorias. La inflamación -especialmente cuando es persistente y no controlada- afecta todos los aspectos de la función y la estructura cardíaca. Adicionalmente, torna las arterias rígidas, lo cual aumenta el trabajo del corazón y propicia el fallo cardíaco.
La mayoría de los pacientes que presentan eventos cardiovasculares evidencian pruebas de inflamación elevadas mucho tiempo antes de ocurrir el evento cardiovascular. Esto nos dice que la inflamación, la misma que nos afecta las coyunturas y otras estructuras del cuerpo, también impacta al miocardio (músculo cardíaco) y lo hace más susceptible a fallo cardíaco. Esta condición en el paciente reumatoideo es más difícil de diagnosticar ya que la contracción y eyección de sangre puede ser normal, con mayor frecuencia en los varones.
Por otro lado, algunos pacientes tienen angina e infartos incluso con las arterias coronarias limpias debido a que las más pequeñas se inflaman y propician que el músculo cardíaco se afecte.
Debido a estos mismos factores inflamatorios debemos sospechar, incluso en mujeres premenopáusicas, la enfermedad cardíaca.
La población afectada puede ser mayor, ya que una cantidad significativa de los pacientes que atendemos padecen de otras condiciones como hipertensión arterial, diabetes y colesterol elevado. La obesidad, que es también prevalente en la población de pacientes con artritis inflamatoria, aumenta los riesgos de enfermedad cardiovascular.
La circulación arterial de las extremidades inferiores también se puede afectar tal cual ocurre con las arterias coronarias. Esto se manifiesta en algunos pacientes con cansancio, calambres y dolor de las piernas; sobre todo cuando el paciente está en acción, ya sea caminando, subiendo escaleras o haciendo ejercicio. En algunos casos, luego del debido examen físico, el médico podrá requerir estudios de las arterias de las extremidades inferiores para medir el flujo de sangre. Dependiendo el resultado esto podría requerir medicamentos o tratamiento invasivo.
Como parte de la prevención y el tratamiento de las condiciones cardiovasculares en los pacientes con artritis inflamatoria debemos tratar la inflamación agresivamente. El tratamiento debe ser continuo y se deben monitorear los niveles de inflamación con pruebas de laboratorios sencillas como la velocidad de sedimentación (Sed Rate
No debemos olvidar el tratamiento no farmacológico que consiste en seguir una dieta saludable, hacer ejercicio según la capacidad de cada paciente y perder peso en caso de el paciente lo requiera. El uso de medicamentos para disminuir el nivel de colesterol, como las estatinas, se deben usar con más frecuencia y comenzarlas incluso en pacientes con niveles no tan altos elevados. En pacientes con inflamación activa tenemos que utilizar tratamientos aun más agresivos que con el paciente promedio.
Para tratar la inflamación debemos evitar los antiinflamatorios no esteroidales, ya que su uso se ha asociado con una mayor incidencia de eventos cardiovasculares como angina, infartos y trombosis cerebrales.
El uso de cortisona en dosis más altas de lo usual debe ser utilizado por períodos cortos de tiempo para tratar el proceso inflamatorio producido por exacerbaciones de la condición. El paciente debe recibir las dosis de mantenimiento más bajas posibles de cortisona. Para lograr esto se utlizan medicamentos seguros a nivel cardiovascular como el Plaquenil, metotrexato, Arava, Azulfidine y, con mayor frecuencia, los medicamentos biológicos.
Entre los medicamentos biológicos encontramos Enbrel, Remicade y sus biosimilares (Renflexis, Inflectra), Humira, Simponi, Cimzia, Orencia, Actemra, Xeljanz, Olumiant etc. El uso de estos medicamentos nos permite, en la mayoría de los casos, bajar los niveles de inflamación considerablemente y, en muchos casos, eliminarla casi en su totalidad. De esta manera no solo se liberan las articulaciones de la inflamación persistente, la cual puede conllevar a la destrucción de la misma, sino también se protege el sistema cardiovascular para evitar infartos, derrames y muerte prematura en estos pacientes.
Es importante que al paciente se le explique y que este comprenda que el uso de estos medicamentos va más allá de las coyunturas. Además, se debe tener en cuenta que, en muchas ocasiones, hay que continuar su uso para evitar la recaída y mantener la inflamación vascular bajo control. Esto no solo permite mejorar la calidad de vida sino también, en muchos casos, prolongar la vida del paciente.
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