Uno de los principales mitos que existen frente a los infartos, es que solo pueden afectar a personas mayores. Este imaginario ha ocasionado que los adolescentes y jóvenes no tomen las medidas preventivas y por ende se aumente considerablemente el riesgo de esta mortal enfermedad.
Si bien es cierto que la predisposición genética juega un papel trascendental en el padecimiento de infarto, también hay que tener en cuenta que no siempre porque los padres hayan sufrido alguna enfermedad cardiovascular, su descendencia la padecerá.
Sin embargo, no es motivo alguno para que la población joven descuide el cuidado del corazón y su salud cardiovascular. Recientes estudios han evidenciado que la juventud también se ve seriamente afectada por los ataques cardíacos. Lo anterior, se debe a que muchos llevan vidas sedentarias, tienen malos hábitos alimenticios y consumen constantemente alimentos con alto contenido de grasas trans.
Recordemos que los infartos -según la Fundación Española del Corazón- es la necrosis o muerte de las células de un órgano o parte de él por falta de riego sanguíneo debido a una obstrucción o estenosis (estrechez) de la arteria correspondiente.
En caso de que seas joven y ya hayas padecido un infarto, lo primero que debes saber es que tu estilo de vida deberá cambiar drásticamente de ahora en adelante. La razón, porque después de que el ser humano ha padecido un ataque cardíaco, el riesgo de que vuelva a aparecer es mayor.
En ese sentido, cuídate de tener emociones (tristeza, enojo o alegría) excesivas. Ingiere agua periódicamente para que las arterias se limpien, disminuye el consumo de grasas trans e intenta realizar ejercicio periódicamente. Con simples cambios en la forma en que cuidas tu corazón podrás retrasar el infarto y de una u otra manera llevar una vida normal.
Según la Fundación Española del Corazón, la expectativa de vida es superior en una persona joven, es más probable que vuelva a desarrollar un problema cardíaco que en una persona que dicho problema aparece ya en edad avanzada.
Las enfermedades cardiovasculares que incluyen las enfermedades coronarias, hipertensión y enfermedades cerebrovasculares (derrames cerebrales), son la causa de muerte más frecuente en todos los países desarrollados, incluyendo a Puerto Rico. En las últimas décadas y gracias a los avances en la detección temprana, el desarrollo de medicamentos y técnicas invasivas y quirúrgicas para tratar estas condiciones, hemos visto una disminución significativa en las estadísticas. Sabemos que existen condiciones llamadas factores de riesgo, que exponen al paciente en mayor riesgo cardiovascular. Entre los más importantes se incluye la alta presión, el colesterol elevado, la diabetes, la obesidad y el hábito de fumar. En Puerto Rico, desafortunadamente la incidencia de estas condiciones es extremadamente alta, de acuerdo a las estadísticas del CDC para el 2015.
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